05 junio, 2013

Amanece, que no es poco

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 Cuesta aprender que no hay reglas que valgan. Una vez conocí a un tipo que solo veía el fútbol porque adoraba cuando el balón daba en el poste. Lo demás no le interesaba, ni siquiera le veía sentido a llevar un marcador con los goles. Cuando el hombre observaba las repeticiones, me ponía el corazón en un puño. Nadie disfrutaba tanto como él. ¿Es posible que yo estuviese viendo mal el fútbol desde siempre? Uno comienza cuestionando el fútbol y termina dudando de la vida.

 Este es el tipo de cosas que defiende 'Amanece, que no es poco'. Lo absurdo solo es un punto de vista. El hecho de no cuestionar jamás las reglas del juego solo conduce al aburrimiento. En el pueblo de esta película hay cursos para tocar la campana, la misa parece un acto de forofismo futbolero y en los cultivos nacen hombres junto a las hortalizas. Muchos piensan que esa señora de 'Twin Peaks' con un trozo de leña siempre en la mano es el colmo de la excentricidad, pero los zapatos de David Lynch, de repente, se quedan pequeños ante detalles magistrales como el granjero de esta película, que discute las cosas de la vida con una calabaza que tiene en su huerta.

 Los personajes de este pueblo, dotados de un surrealismo rural de difícil clasificación, no parecen tener pasado ni futuro, viven una especie de presente perpetuo. Como si un loco en el desván hubiese escrito el guión, aquí no hay presentación, nudo y desenlace. La película simplemente avanza. Este desarrollo a la brava pero con una gracia indiscutible funciona gracias a los golpes de ingenio y al trabajo portentoso del reparto, que lo fía todo a su forma de decir los diálogos. Cuando abre la boca Chus Lampreave importa lo que dice y cuándo lo dice, pero sobre todo importa cómo lo dice. El tono de Luis Ciges sentado en un sidecar o de José Sazatornil oficiando de sheriff con tricornio lo es todo. Consiguen hacer tan creíbles sus frases que hasta sus silencios son elocuentes. Tipos así hubiesen sido capaces de dinamitar el Actor’s Studio en una sola jornada. Quisiera ver yo a Marlon Brando cantando un bingo como Chus Lampreave.


                                                                                                                                         (Publicado en La Voz de Galicia)

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