17 abril, 2013

La niña de tus ojos

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 Billy Wilder contaba esta vieja historia: un oficial austríaco es trasladado al cuartel de un pequeño pueblo cubierto de nieve y allí se enamora de Annemarie, la hija del alcalde. Una noche en la que el amor le impide dormir se va a la casa de su amada y, delante de su ventana, orina en la nieve con la intención de escribir: «Te quiero, Annemarie». Cuando está escribiendo Anne se le agotan las existencias. Desesperado, corre al cuartel, despierta a uno de sus soldados y le ordena que lo acompañe a la casa del alcalde para terminar la frase. Al llegar, apremia al muchacho para que escriba la palabra Marie, pero el soldado se queda paralizado y no consigue cumplir la orden ante la sorpresa del oficial, que le pregunta enfadado: «¿Qué ocurre, es que no puedes orinar?». El muchacho, avergonzado, le responde: «Sé orinar, señor, pero lo que no sé es escribir».

 Esta anécdota ilustra la facilidad de Wilder para saltar de la comedia al drama a velocidad de latigazo. "La niña de tus ojos" posee esa cualidad de congelar la sonrisa gracias a los pequeños detalles de nuestro Wilder particular: el guionista Rafael Azcona. Con un reparto coral, Fernando Trueba dirige a actores que dicen la frase certera en el momento exacto, como recién salidos de un plano secuencia de Berlanga. Los cómicos polacos de "Ser o no ser" se convierten aquí en cómicos españoles, emigrantes que viajan a la Alemania nazi para rodar una coproducción y protagonizan un enredo saleroso y disparatado. Huyen de una España gris, en plena guerra civil, en la que el cine era una vida de repuesto.

 Trueba asume el regusto amargo de las historias de Wilder, llenas de gente en compraventa a cambio de las sobras, y convierte al protagonista, el director de cine Blas Fontiveros, en el C.C. Baxter de "El apartamento". No quiere la llave del servicio de los ejecutivos, acepta todos los ultrajes a cambio de poder acabar su película. Agarrándose a la poca dignidad que le queda, termina en un aeropuerto con una gabardina, un sombrero y un aeroplano que se lleva a la chica. Un Humphrey Bogart prematuro.


                                                                                                                                  (Publicado en La Voz de Galicia)

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