29 enero, 2012

I just wanna make love to you



 La semana pasada dejó de cantar Etta James. Con su voz potente, su lunar estratégico encima del labio y su raya del ojo estilográfica, dibujada a Rotring. Parece que nunca encontró un lápiz de ojos que no le gustara.

 Seguro que todos recordáis aquel spot de unas oficinistas cuya excitación aumentaba ante la llegada de un repartidor de Coca Cola que se quitaba la camiseta. La canción de hoy acompañaba a ese anuncio, una canción divertida y, como su propio título indica, idónea para retozar. A este género de canciones, quizá la más representativa o de mayor pedigrí sea "Je t´aime ", se las denominaba "picantes" por las almas recatadas de hace algunas décadas.

 Afortunadamente para todos, pero sobre todo para ella, Etta James no era un alma recatada.

22 enero, 2012

Holding out for a Hero



 Hoy traigo una canción de los años ochenta, aquellos tiempos donde los artistas tenían la extraña manía de ponerse a cantar en la punta de un acantilado mientras un helicóptero con una cámara volaba a su alrededor. Le cantaban a la eternidad, al planeta Tierra en general.
En el tema de este domingo tenemos a Bonnie Tyler saliendo de una cabaña en llamas y acosada por una especie de jinetes muy malvados con unos látigos luminosos. Sólo la apoya un grupo de mujeres etéreas que forman algo así como un coro de vestales, mientras ella se arrodilla (con cuidado, eso sí) y exclama: "I need a hero".

 Que nadie lo dude, Bonnie Tyler le dedica esta canción a Francesco Schettino, ese capitán de crucero de jeta chulesca y con pinta de creerse rematadamente guapo que se ha convertido por derecho propio en el protagonista del sainete de la semana: el accidente ridículo del "Costa Concordia", un barco al que se le ha hundido la mitad.
Hace un año y medio, escribí un post llamado "El vertido divertido" que hablaba del hundimiento de la plataforma petrolífera de British Petroleum. Ese texto planteaba, de forma absurda, la conveniencia de contratar a un guionista cuando se produzca alguna catástrofe, de forma que pueda adelantarnos hacia donde va a derivar el asunto. El hundimiento a medias de este barco es otro ejemplo de lo anterior. En este caso en concreto, el cúmulo de despropósitos es tal que ni siquiera el guionista de "Aterriza como puedas" daría la talla.

 Según los medios de comunicación, la cosa fue algo parecido a esto: Uno de esos trasatlánticos que se asemejan a centros comerciales de la diversión y con diecisiete pisos de altura se acerca a 150 metros de la costa para saludar a una isla. Saludar islas es habitual, dicen. El barco encalla con un ruido que no augura nada bueno, mientras los pasajeros cenan y sufren el impacto. Ante el pánico general y con el crucero escorándose, le comunican al pasaje que hay un fallo eléctrico y les dicen que vuelvan a sus camarotes (con el barco hundiéndose). Después de hora y media en la que no evacuan a nadie, a oscuras en la cubierta de desembarque, el caos se apodera de todo y la gente se abalanza sobre los botes salvavidas. Algunos se tiran directamente al agua, hay muchos heridos con extremidades rotas por esto. Muchos pasajeros ni siquiera sabían que estaban a tiro de piedra de la costa, nadie les había informado. Es asombroso escuchar a testigos que afirman que la tripulación no sabía manejar el mecanismo de bajada de los botes salvavidas, tuvieron que soltarlos a machetazos. Una vez en los botes, no sabían como hacer que fuesen hacia delante o hacia atrás.

 Mientras tanto, el capitán había abandonado el barco dejando a todo el mundo tirado. Más tarde, alegó que se había caído en un bote que iba hacia la costa. Le rescataron sin querer, vamos. La conversación entre el comandante de tierra y este elemento será largamente recordada. Mientras le gritaba que debía volver a bordo y coordinar el rescate, Franchesco Schettino cogió un taxi y se fue a un hotel. Ahora llega mi parte preferida, sea cierta o no. Según el taxista, al salir del vehículo, el capitán le preguntó donde podía comprar unos calcetines. Se había mojado las canillas en el trasiego.

 Al día siguiente apareció otro elemento perturbador: una moldava rubia y salerosa, en declaraciones a la televisión de su país, afirmaba que ella estaba en el puente de mando y fue testigo de la heroicidad de nuestro capitán de tobillo mojado salvando vidas a diestro y siniestro. Al parecer, la moldava (que dice ser traductora) no sale en la lista de pasajeros ni en la de la tripulación y la policía italiana está deseando preguntarle qué hacía en el puente de mando. Ante un vodevil de estas características, el imaginario colectivo ya la ve escondida cual becaria en despacho oval de un capitán muy parecido en ínfula, horterez y bronceado a Berlusconi (recordemos que Silvio comenzó su vida laboral como animador de cruceros).

 Muchos han querido ver en todo este lío un paralelismo con una Italia desastrosa a la que identifican con ese barco escorado y a la deriva. Yo creo que el escapismo es un problema universal. Si analizamos el comportamiento de ese capitán (que se ha convertido en el villano cobarde e inepto que todo guión necesita) veremos que no es tan asombroso, es muy parecido al de tantos otros que ocupan puestos de responsabilidad en cualquier ámbito, más o menos importante, de la vida. En esta época, el arte de la política consiste en evadirse de los verdaderos problemas. Negar la evidencia, rodearla, minimizarla, hacer ver que no existe, esquivarla. Huir.

 Vivimos dirigidos por gente que continuamente esquiva su responsabilidad intentando que no se note mucho para, a continuación, pregonar su grado de compromiso con la sociedad. El escapismo se considera una táctica en muchos sitios. Uno puede afirmar categóricamente que no va a subir los impuestos, hacerlo tres semanas después y echarle la culpa a otros, despejar a corner. Con esas reglas del juego, no contestar nunca una pregunta no significa escapar, para eso tienes un coro de acólitos que repetirán hasta la saciedad que es una estrategia brillantísima. El escaqueo es una estrategia que lo impregna todo. Mourinho puede meterle el dedo en el ojo al segundo entrenador del Barcelona delante de todas las cámaras del planeta para, acto seguido, en la rueda de prensa afirmar que no lo ha hecho. ¿Donde están los responsables de la caída de Lehman Brothers?¿Hay alguno en la cárcel? Todos han escapado, muchos con bonus multimillonarios. Muchos de los problemas que nos acucian ahora mismo parecen no tener solución porque "no ha sido nadie". Nunca hay responsables, nunca hay castigo, la impunidad, con pompones de cheerleader, sigue animando a los tiburones.
Un niño está en una habitación vacía pintando las paredes, entra la madre y dice: ¿Quién ha hecho esto?. El niño responde: "Yo no he sido".

 Puede que tenga razón Bonnie Tyler y necesitemos un héroe. Claro que, hoy en día, cualquiera que cumpla lo que se espera de él, ya casi es considerado un héroe, lo cual es un indicativo de la devaluación progresiva del oficio de superhéroe.

15 enero, 2012

Intermezzo



 El tema de este domingo está compuesto por Pietro Mascagni y pertenece a la opera Cavalleria Rusticana. El clímax de la película "El Padrino III" transcurría durante un fragmento de esta obra. El vídeo que hay encima de este pequeño párrafo es la secuencia de apertura de "Toro Salvaje". Aquel tiempo en el que Scorsese hacía grandes películas y escogía la música de forma estupenda.

 Abrir una película con una melodía como esta es apostar a caballo ganador. Uno ve un prólogo con la silueta hipnótica de un boxeador bailando a cámara lenta, atrapado en un pentagrama y rodeado de una cortina de humo que sólo atraviesan los flashes. A menudo ocurre que, las buenas películas, nos resumen al principio, en unos instantes, todo lo que va a ocurrir a continuación. ¿Qué quiere decir, pues, este prólogo?¿Que los boxeadores son unos tipos que, cuando quieren estar verdaderamente solos, suben a un recinto lleno de gente? ¿Que el boxeo puede ser un pariente no muy lejano de la opera? ¿Que un púgil puede protagonizar un ballet dentro de un cuadrilátero? ¿Que el éxito puede ser aún más cegador que los flashes? ¿Que el telón de un escenario puede ser similar a una campana en la esquina de un ring?

 ¿Querrá "Toro Salvaje" decir todo eso?. No importa, porque ya estás cogido. Ya te han metido en la película.

11 enero, 2012

Las vacaciones de M. Hulot

 Seguro que, en las últimas semanas, habéis oído hablar de una película titulada "The Artist". Un tipo se atreve a rodar una historia con el sabor y la ingenuidad de las viejas películas mudas. En blanco y negro y sin sonido. Aún mejor, después de escuchar durante diez años el sonido de puertas cerradas a su espalda, encuentra un productor que se atreve a financiarla y la historia se convierte en un éxito. Todos los medios de comunicación han destacado la osadía de la empresa, este periplo de ir a contracorriente hace que la película se venda muy bien, pero todos pasan de puntillas a la hora de valorar el resultado final. Es de suponer que la historia tendrá también algo de enjundia, además del entusiasmo que fomenta el que alguien haga cine a contrapelo.

 Pese a la audacia de la propuesta (la cara de los productores enmudeciendo cuando alguien les propone hacer una película muda, daría para otra película), la idea no es nueva, ya hubo algún otro ejemplo con anterioridad: Las vacaciones de M. Hulot. Jacques Tati. 1953.
Buster Keaton decía que el único director que continuaba la tradición del cine mudo era Jacques Tati. Sus películas son mudas sin serlo. Los personajes de sus historias rara vez pronuncian una frase y, cuando lo hacen, dicen cosas insignificantes o frases hechas que no tienen relación con el argumento. Sin embargo, la banda sonora de cualquiera de sus películas es excepcional. A menudo, la importancia de cada sonido, de cada ruido, es capital para los gags que construye.

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 En la actualidad, la gente va a la playa con sus ruidos incorporados, los traen de casa. En el primer plano de esta película vemos una barca en una playa. Esa imagen dura varios segundos, un poco más de lo que nos tiene acostumbrados el montaje de las películas de hoy en día. La razón: que podamos apreciar la quietud del sonido del mar, porque, a continuación, la siguiente imagen nos muestra el caos de una estación de tren donde los pasajeros viajan hacia su lugar de veraneo. Esta contraposición entre un paisaje apacible y la vida ajetreada de la ciudad nos resume en unos instantes lo que nos quiere transmitir esta historia: la sensación de "así eran las cosas entonces", antes de la llegada del turismo de masas a cualquier pequeño pueblo de veraneo.

 Los primeros minutos de la película nos muestra a los veraneantes llegando a su destino. Unos niños viajan en coche mirando por la ventanilla con aburrimiento cuando, al pasar una curva, el entorno cambia abruptamente y se descubre la playa mientras los niños miran con asombro el paisaje que se abre ante ellos de repente. Esa mirada de sorpresa es el motor de esta historia. La mirada con la que Jacques Tati, un niño grande, amante de la travesura, nos cuenta esta película de brisa playera, de siestas estancadas en el tiempo y de manteles a cuadros que compiten con las rayas verticales de las casetas de playa.

 El último en llegar a ese pueblo costero de la Bretaña francesa, con su hotel a pie de playa y su carrito de helados, aparece en un coche viejo y destartalado que ha tosido varias veces con el polvo que levantaban los coches modernos al adelantarle con insolencia. Dentro de ese coche antiguo que tiene como estandarte un cazamariposas (nunca tantas personas cargaron con un cazamariposas en una película sin que estas hicieran acto de presencia) viene el señor Hulot, un tipo alto, desgarbado, con pantalones pesqueros y pipa. Al igual que los cómicos más famosos del cine, Tati, antes de hacernos reír crea sus señas de identidad, su propio mundo. Este señor protagonizará cuatro de las seis películas que dirigió Jacques Tati sin que jamás lleguemos a conocer su nombre de pila.

 La comedia, siempre ha sufrido en el cine un sutil menosprecio, parece que hacer reír es considerado un arte menor por los imbéciles. Para mí, el humor es una de las más altas expresiones de la inteligencia y tengo de mi parte a muchos directores de cine que afirman que hacer una buena comedia es, probablemente, el reto más difícil e ingrato. No es una labor sencilla, a menudo, los mejores humoristas además de hacer reír pretenden hacer pensar. El humor de Jacques Tati no tiene una línea argumental, hace literalmente lo que le da la gana, es libre. Está basado en la observación de lo cotidiano, en los engaños de las apariencias, en los equívocos, por lo tanto no está exento de una peculiar mirada crítica, con algunos personajes hace una fina caricatura. Tati, es uno de esos fulanos que encuentra recovecos desde los que mirar la realidad con otros ojos.

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 Otro tema de la película es el tiempo, ese colgajo de caramelo en el carrito de helados alargando el tiempo y que tortura al señor Hulot, el mecanismo acompasado de la puerta batiente del restaurante. Todos pretenden introducir a M. Hulot dentro de un cronómetro, esclavizarlo, que respete las normas, las convenciones sociales y se atenga a un orden rígido de tiempos y horarios que el señor Hulot va destrozando a la vez que crea inmensos desaguisados a su alrededor.

 Hacia el final de la película, cuando los veraneantes se marchan, el señor Hulot se va quedando sólo, ignorado por todos, que consideran una afrenta los líos que ha provocado. Sin embargo, algunas personas vienen a despedirse de él casi a escondidas: la señora que cuenta los puntos en el gag inolvidable del partido de tenis, ese marido (con el que Tati hace una radiografía del matrimonio) observador que pasea todo el rato con su esposa, pero siempre tres metros detrás y los niños, que ven a M. Hulot como uno de ellos, alguien que no siente vergüenza de participar en la inocencia de los juegos. Sólo le reconocen una complicidad aquellos que en los que resiste, todavía, un pequeño rincón reservado a la libertad y a la rebeldía.

 La película tiene algo de intemporal, como de una postal de su tiempo. Cuando todos se marchan, se van los gritos en la playa, el ruido, el gentío, queda un silencio que percibimos como sonoro. De esa ausencia, nace una tristeza, una melancolía que estuvo ahí todo el tiempo y no lo supimos.

 Cuando eres niño, la vida se mide por los veranos que pasan. Después llega el viento del otoño.

08 enero, 2012

Generique



 El primer tema de este año es de Miles Davis, ese tipo que nunca se adaptó a la moda predominante y cuya voz de amígdala rota debió de tomar prestada Marlon Brando a la hora de hacer "El Padrino". Para disfrutar su música no hace falta ser un "enterado", uno enseguida aprecia una extraña y maravillosa pureza en la trompeta de Miles Davis. Es posible que haya sido el primero en tocar ese instrumento sin estar influenciado por Louis Armstrong.

 El tema que hay encima de estas pocas líneas pertenece a la película "Ascensor para el cadalso", dirigida por Louis Malle en 1957. Miles Davis grabó la banda sonora, por lo cual, la historia pasó a estar protagonizada por Maurice Ronet, Jeanne Moreau y una trompeta melancólica e inconfundible.
Cuentan que Louis Malle le mostró la película totalmente acabada en un pase privado y que después de hablar de ello, Miles Davis se llevó al estudio al grupo con el que tocaba en el club Saint Germain e improvisaron sobre la marcha toda la música del film mientras era proyectado en una pantalla (más abajo dejo un enlace que muestra todo esto). Empezaron a medianoche y terminaron al despuntar el día.

 El resultado está a la vista de cualquiera. También al oído.


                Enlace trompetero --->